¿Política? Si, política. ¿Por qué hablar de política? Este
no es nuestro campo. Hablamos de películas, videojuegos, religión y tetas,
porque hablar de pronto de algo tan aburrido como la política. Puede porque
dentro de mis múltiples gustos a veces se me olvida que este blog es ante todo
para escribir, y en mis ansias de contar lo que me gusta se me olvida que la
escritura no siempre se limita a la zona de confort. Y uno escribe también
sobre lo que su vida es y no solo lo que
su vida quiere que sea.
La política es parte de la vida de su servidor como de
cualquier otra persona, solo que algunos no se dan cuenta. Como organismos
sociales vivimos en un país que se rige por normas de legales que sustenta su
estabilidad en las leyes. Leyes que son definidas por un grupo de representantes
elegidos por el pueblo con una de tantas actividades burocráticas en este gran
circo que llamamos democracia. Mi país no es diferente al suyo, estimado lector,
salvo que quizás haya más narcotraficantes de lo usual. Pero el resto es igual
al país del que cualquier hispanohablante presente pueda proceder, hay
corrupción. Corrupción hasta para olerlo a kilómetros de distancia. Corrupción
hasta para repartir a otras naciones. Corrupción que mantiene el crecimiento y
desarrollo del país en condiciones inferiores a otras potencias del mundo.
Pero dentro de toda la corrupción que tenemos para dar y recibir,
y que siempre hemos tenido, se siente un cambio con respecto a décadas
anteriores, y es que la gente se da cuenta de esto. No solo los políticos,
quienes para la corrupción es el pan de cada día, sino el pueblo, la gente
común, los cualquiera, como tú y como yo. Ahora somos plenamente conscientes de
lo que está pasando y no nos gusta.
Esto está causando una situación de inquietud en el pueblo como
no la había sentido en mi vida. La gente está enojada, molesta, indignada,
levanta la voz, se queja, grita, patea, gruñe, maldice, y muchas otras cosas
para mostrar que no está de acuerdo con lo que ocurre. Quieren desestabilizar
al Gobierno, romper los moldes del corrupto sistema actual, reforzar los
cimientos de nuestra nación, y sobre todo, deponer al actual poder Ejecutivo de
sus funciones. Estamos ante una Revolución.
¿Y qué hacemos con esta energía? Con esta inalcanzable sed
de justicia que nos carcome desde dentro. Con estas ganas de un cambio tan tremendas…
Absolutamente nada.
La gente que más grita es, como siempre, la que menos sufre,
y la que menos quiere el bien común sino el suyo propio. Sectores sociales que
han sido pisoteados en aras de otros más favorecidos por el poder actual, que
quieren recuperar sus antiguos beneficios y ganar de paso unos cuantos
adicionales. Aquellos otros ciudadanos, más agraciados por el sistema, no tienen
nada que opinar y mucho menos algo que ganar si se hace un cambio. Y para los
menos favorecidos por Dios, es como un esclavo que cambia de dueño. Las cadenas
pueden pesar menos, pero seguirán lastimando las muñecas, así que poco les
importa un nuevo amo.
El Gobierno actual no es el más terrible que hemos tenido en
nuestro Historia. Han pasado por nuestros salones peores tiranos, más
miserables ladrones, más cínicos dictadores y más estúpidos jefes de Estado…
Bueno, quizás esa última sea difícil de creer, pero el punto es que hemos
estado peor.
Pero la gente ahora pide con más agresión una deposición de
la administración actual, cuando antes apenas conocía el significado de esa
palabra. ¿El problema es la información?
Así como los matrimonios funcionaban más cuando la gente
vivía menos, quizás los Gobiernos funcionaban mejor cuando la gente no estaba tan
informada.
Pero eso último, claro está, no lo digo en serio. Eso sería
una realidad demasiado pesimista para nuestra vida, si el éxito de un grupo
social dependiera de la ignorancia de sus miembros no podríamos progresar como unidad.
Lo que verdaderamente importan son las ganas que se tienen de un cambio sincero,
no decir que se quiere, sino hacerlo, sin tener que hacer alarde de ello.
Siempre me ha impactado la cantidad de gente que veo sin
trabajo y, peor aún, sin ganas de trabajar. Mujeres en su mayoría, tristemente.
Personas que realizan actividades laborales, pero sin pagar impuestos. Personas
que no han terminado sus estudios básicos, pero que no se pierden sus partidos
de deportivos de cualquier equipo o tarugada semejante. Personas estudian cual
o tal profesión solo porque quieren heredar una plaza para seguir exprimiendo
su organización. Personas que no realizan alguna actividad beneficiosa para su crecimiento
cultural, pero que conocen de principio a fin videos de cantantes teniendo
relaciones sexuales con edecanes de televisión. Personas que no leerían un
libro aunque su vida dependiera de ello.
Una frase quizás trillada, pero funcional: ...Pan y Circo. |
Se pueden cambiar las cosas; pero ya no con Revoluciones o Golpes de Estado (ya son otros tiempos), sino mejorando como persona y exigir del mismo modo que otros mejoren a su vez. No es fácil, ni mucho menos rápido, tendrá sus tropiezos y, sobre todas las cosas, llevara tiempo; pero cuando podamos estar intranquilos sin ocuparnos en algo, cuando consideremos ofensivo que alguien nos ofrezca dinero o favores sin merecerlos, cuando nos parezca de mal gusto consumir productos o servicios sin pagarlos, cuando nos repugne la corrupción en todas sus formas y dejemos de ser partícipes de ella, entonces podemos llegar a ese punto donde perder a 43 hermanos será una verdadera tragedia y no una moda pasajera que otros utilizarán para alcanzar sus fines egoístas dentro de un mismo Gobierno corrompido.